Hace unas semanas, Ventura Lima, un psicólogo que vive en República Dominicana y sigo desde mi cuenta de Instagram, realizó una publicación que me dejó categóricamente perplejo.
Una fibra íntima me había removido en el fondo del alma pero en esta etapa de cambios continuos es común que nos percibamos como una desembocadura de toda transformación. Incluso los cambios sociales, los cambios en el humor y la exacerbación del torrente sanguíneo de noticias a veces nos hacen sentir que si nuestro sistema externo cambia, indefectiblemente cambiamos nosotros con él. Saber atravesar y hacer camino depende del poder de discriminación que tengamos sobre las circunstancias.
Resulta que Ventura Lima, que tiene una Maestría en Orientación e Intervención Psicopedagógica, compartió una frase que muchos asentirán al leerla con una mueca:
“A veces tú solito tienes que darte la charla motivacional”.
Durante dos semanas, le prometí relevar la frase en el Top Five de mejores publicaciones pero algo no me animaba a hacerlo y me di cuenta que había sido el impacto significativo que produjo la lectura de ese fragmento en la rivera de mi contexto.
Y es que una vez me pregunté en mi diario personal: ¿necesito un abrazo o estar solo y llorar en la oscuridad procurando que nadie escuche?
Propiciar el contacto social, generar vínculos y confiar en una amistad son elementos del rompecabezas de la vida pero hay una pieza que es irreemplazable y es el manual de instrucciones que nos dice “en el límite está la creatividad, soy la hoja vacía que tendrás que completar a pulmón” y allí estamos nosotros… intentando unir fragmentos, sonriendo por el triunfo de haber podido concluir, combinando piezas planas sin lógica ni sentido porque algunas no encastran a merced nuestro entusiasmo por lograr que sí.
Hay un momento de silencio, de titubeo, de vacilación que puede extenderse semanas y meses, pero hay que saber que nosotros somos nuestra mejor guarida, aun en las turbulencias más borrascosas de nuestra existencia.
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